
Suelen verlo más los dermatólogos, pues es una lesión de la piel que puede aparecer en cualquier parte del organismo, cara, extremidades, tronco, abdomen, pero también zonas genitales. Puede transmitirse a través de objetos (fomites) o por contacto directo. Puede ser por tanto de transmisión sexual.
Los síntomas son bastante inespecíficos: suele aparecer una lesión solitaria de unos 5 mm, algo elevada y que provoca alguna sensación de picor o quemazón, pero habituálmente no produce ningún síntoma y se descubre casualmente en una exploración ginecológica rutinaria. Al cabo de un tiempo pueden aparecer nuevas lesiones por autoinoculación, por rascado, o por nuevos contagios.
Aunque la lesión es inofensiva y a veces desaparece espontáneamente, conviene quitarla para evitar su extensión, el contagio a otras personas o el efecto estético, según la localización de las verrugas.El tratamiento se hace generálmente por curetaje (una especie de bisturí que elimina de raíz la lesión de forma indolora), también por crioterapia, o con ácido tricloroacético. Muchas veces reaparecen nuevas lesiones pasado un tiempo, que habrá que ir eliminando una por una.

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