Hasta el mas inofensivo ratoncillo tiene su dignidad y no se puede menospreciar |
Empezamos el año 2014. Una manera suave de empezar a la vez que nos hace reflexionar un poco y nos eleva la autoestima es esta pequeña fábula de Esopo (fabulista griego, que se cree vivió alrededor del 600 antes de Cristo), aunque narrada con palabras actuales:
El ratón y el toro
El toro paseaba orgulloso por su dehesa, no había enemigo que le pudiera hacer sombra. Era el más fuerte de la ganadería. Tras comer una copiosa cantidad de hierba, el toro sintió que sus párpados le pesaban enormemente y se echó a dormir. Cuando estaba en lo mejor de su sueño, un impertinente ratón, le mordió en una de sus patas con mucha saña.
Muy enfadado por ese ataque sin razón, se levantó rápidamente para perseguir a tan insolente animal. A pesar de que corrió con todas sus fuerzas detrás de su pequeño agresor, no consiguió llegar a tiempo para atraparle. Frustrado ante tal situación, intentó en vano alcanzar al ratoncillo, cavando alrededor de la madriguera.
Tras un rato cavando sin obtener resultados, se quedó nuevamente dormido. Al no escuchar ningún ruido, el ratón salió sigilosamente de su escondrijo y tras buscar el sitio más adecuado, volvió a pegarle otro mordisco al toro.
Sorprendido ante esta situación, el toro se quedó mirando fijamente el agujero y escuchó:
-Crees que por ser tan grande, tienes derecho a hacer lo que te plazca, pero ya es hora de que comiences a respetar un poco más a los que son más pequeños y menos fuertes que tú.
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