Nunca lo habría supuesto. Su corazón padecía amnesia y su mente describía círculos concéntricos alrededor de un vacío en el que había instalado mi recuerdo. No era yo el responsable de su olvido sino las noches amargas de espera. Había vivido dentro del vacío, de la espera inacabable y no podía pedirle más. Su paciencia se agotó y su mente decidió hacer un gran agujero negro en el que yo era el centro y a partir de ahí se iba tragando cualquier cosa que hiciera referencia a mi existencia: el piso, el coche, los viajes juntos, la bicicleta compartida. Hasta las fotos se habían ido convirtiendo en borrones carentes de esencia.
Cuando la encontré en la estación de autobuses mi primera reacción fue la sorpresa y la siguiente el pasmo de ver que no era capaz de reconocerme. Tampoco había pasado tanto tiempo. Unos diez años, menos de lo que hacía que no veía a la casera del piso en el que habíamos vivido alquilados y que recordaba perféctamente que me había marchado llevándome sin querer las llaves de su vivienda...Así que cuando me llamo de usted y me preguntó que quería tuve que hacer un esfuerzo para vencer mi incredulidad y decidir entre echarme a reír por su ironía o disimular y hacer como que no la conocía. Finalmente la cogí suavemente de los hombros y la miré diréctamente a los ojos: -Soy yo- le dije. Soy Javier. He vuelto por fin a casa.
Claro que me miró, durante bastantes segundos me miró, pero no descubrí ningún signo de reconocimiento..¿Javier? que Javier señor?...no sé quién es usted.
-Vaya- pensé- no es mi día. No sé porque pensé esto. Supongo que estaba perplejo y no se me ocurría nada mejor. Había vivido con ella durante veinte años. Hacía diez que no nos veíamos, pero habíamos vivido juntos veinte años.
Cuando te quedas sin palabras, no puedes hacer nada mejor que marcharte, así que pedí disculpas y me marché.
No servían de nada los esfuerzos que había tenido que hacer. Nadie podía imaginar lo difícil que resultaba el regreso. De hecho muy pocos lo conseguían y menos en las condiciones que yo lo había hecho. Había tenido que superar muchas pruebas, vencer la tremenda sensación de cansancio, recorrer el difícil camino de la memoria hasta conseguir llegar a la noche del 1 de noviembre. Buscarla, primero en la casa que compartimos, luego en los lugares comunes y por fin con una extraordinaria intuición en la estación de autobuses..
Bueno, ahora debía regresar. Había fracasado y lo peor de todo: una duda me consumía. No me recordaba. Yo si la recordaba…entonces, ¿cuál de los dos estaba vivo?
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