Desde niños vivimos encadenados a nuestras autolimitaciones |
El elefante y la estaca
Cuentan los mayores que había un circo de los que viajan por los pequeños pueblos de toda la geografía llevando su espectáculo y que en una de estas ocasiones, Julia, que tenia por entonces 7
años, acudió ilusionada a verlo acompañada de sus padres. Era la primera vez que tenia la ocasión de ver el mundo que se movía debajo de la impresionante carpa de colores. Los músicos, las atractivas azafatas que con sus rutilantes trajes paseaban por toda la pista llevando y trayendo todo tipo de objetos necesarios para la función, los payasos que hacían mil tonterías provocando la risa y el júbilo de todos los niños que coreaban sus gracias, los forzudos y los malabaristas, los trapecistas que volaban a gran altura, los graciosos perritos amaestrados...pero lo que le hizo abrir sus grandes ojazos y un poco la boca en signo de admiración fue el impresionante elefante, gigantesco, sublime, que sin apenas esfuerzo levantaba a varios hombres, que movía como si fuera de pluma un gran tronco de árbol, que era capaz de levantar sus manos y todo su gran corpachón al ritmo de la música, sujetándose en sus patas traseras como si de un gigantesco humano se tratara..Tal fue su impresión que al terminar la función quería sin dudas ir a ver con sus papás al extraordinario animal, pues estaba segura que durante muchas noches soñaría con esa tremenda fuerza y la majestuosidad que había presenciado..Así lo hicieron y cuando llegaron al lugar donde el elefante comía tranquilamente un extraordinario montón de hierba , Julia observó desconcertada que el animal tenia atada una cadena en una de sus patas y que esta a su vez permanecía sujeta a una pequeña estaca clavada en el suelo, de no mas de medio metro de altura.
años, acudió ilusionada a verlo acompañada de sus padres. Era la primera vez que tenia la ocasión de ver el mundo que se movía debajo de la impresionante carpa de colores. Los músicos, las atractivas azafatas que con sus rutilantes trajes paseaban por toda la pista llevando y trayendo todo tipo de objetos necesarios para la función, los payasos que hacían mil tonterías provocando la risa y el júbilo de todos los niños que coreaban sus gracias, los forzudos y los malabaristas, los trapecistas que volaban a gran altura, los graciosos perritos amaestrados...pero lo que le hizo abrir sus grandes ojazos y un poco la boca en signo de admiración fue el impresionante elefante, gigantesco, sublime, que sin apenas esfuerzo levantaba a varios hombres, que movía como si fuera de pluma un gran tronco de árbol, que era capaz de levantar sus manos y todo su gran corpachón al ritmo de la música, sujetándose en sus patas traseras como si de un gigantesco humano se tratara..Tal fue su impresión que al terminar la función quería sin dudas ir a ver con sus papás al extraordinario animal, pues estaba segura que durante muchas noches soñaría con esa tremenda fuerza y la majestuosidad que había presenciado..Así lo hicieron y cuando llegaron al lugar donde el elefante comía tranquilamente un extraordinario montón de hierba , Julia observó desconcertada que el animal tenia atada una cadena en una de sus patas y que esta a su vez permanecía sujeta a una pequeña estaca clavada en el suelo, de no mas de medio metro de altura.
- Papá, ¿como puede ser que esté solo sujeto por esta pequeña estaca? Con la impresionante fuerza que ha demostrado le bastaría un pequeño estirón para escaparse - preguntó desconcertada
- No lo se, hija- Respondió su padre-
Pero en ese momento llegaba un joven de aspecto extranjero que le dijo: _- Niña, yo soy el cuidador de este elefante y le conozco desde que eramos niños.. Cuando era pequeño, allá en la India, lo atamos con una cadena a esa pequeña estaca que ahí ves. Durante muchos días intentó escapar pero era tan pequeño que no tenia fuerzas para hacerlo...hasta que un día se rindió convencido de que nunca podría y desde entonces nunca más volvió a intentarlo.
Así nos pasa en algunas cosas a los humanos...de pequeños nos convencemos de que no somos capaces y nos ponemos una cadena que luego nunca más volvemos a intentar romper...
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