El implante subcutáneo o subdérmico aparece en 1975, aunque su uso se ha popularizado en esta última década. Consiste en una varilla de unos pocos centímetros, rellena de un progestágeno (etonorgestrel, levonorgestrel), que se inserta bajo la piel del brazo no dominante, mediante una pequeña incisión de unos milímetros, y permanece activo hasta 5 años, liberando el progestágeno que actúa como anticonceptivo, ya que inhibe la ovulación, altera el endometrio (capa interna del útero), el moco cervical, etc. Es muy eficaz como anticonceptivo (fallos del 1% en 5 años) y realmente se tolera bastante bien. Pocos efectos secundarios, pues no tiene la hormona estrogénica, por lo que se puede utilizar en mujeres fumadoras, hipertensas, etc, aunque en algún caso puede producir aumento de peso por retención de líquidos, jaquecas, y especialmente trastornos del ciclo, en el sentido de sangrados irregulares, que pasados unos meses (entre 6-9 meses) pueden hacer que deje de venir la regla, y que no se recupere hasta que no se haya retirado el implante. Realmente el mecanismo y los efectos secundarios son muy similares a los que comentamos para el DIU HORMONAL y para la MINIPíLDORA. En algún caso es interesante su uso para evitar reglas muy abundantes en mujeres con anemia o úteros miomatosos, en los que a la vez queremos utilizar un anticonceptivo cómodo y reversible.
El inconveniente es que es caro en principio, lo tiene que poner y quitar el ginecólogo, y aunque la incisión es pequeña, a veces puede quedar una pequeña cicatriz después de retirado. Ocasionálmente puede costar retirarlo por fibrosis en la zona del implante.En resumen: un método anticonceptivo a tener en cuenta, muy cómodo y eficaz, pero con algunos inconvenientes que conviene valorar con tu ginecólogo.
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